Sólo en el siglo XX las intervenciones y las dictaduras sembradas a lo largo del continente por Estados Unidos dejaron millones de víctimas, con las secuelas del proceso de dominación, expoliación y exterminio, que hasta hoy perduran.
Casi un millón de muertos por la acción represiva de las dictaduras, a lo que se suman otros millones por los crímenes de la miseria como son las hambrunas o las enfermedades curables, y la violencia de la desigualdad y la injusticia son algunas de las consecuencias.
Ahora en los nuevos planes de recolonización, que pueden reconocerse en los trazados del Consenso de Washington en los años 90 y el proyecto del Area para el Libre Comercio de las Américas, que intentan imponernos, por una parte y por la otra el geoestratégico esquema militar, político y económico del Plan Colombia de los años 2000-sólo para nombrar los más conocidos por nuestros pueblos- podemos advertir lo que se nos prepara para el siglo XXI.
En este contexto la tarea de los organismos de Derechos Humanos se diversifica y se multiplican los esfuerzos por la recuperación de la memoria y la verdad histórica
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