Petroleras estatales en América Latina: Entre la transnacionalización y la integración (Parte II - Final)
Diego Mansilla
Argenpress
Estas no fueron las únicas transformaciones que sufrió Petrobras a partir de la década de los noventa. Desde la segunda mitad de la década, Petrobras comenzó a utilizar las privatizaciones y desregulaciones de los países de Latinoamérica para cambiar su estrategia de transnacionalización. La brasilera aumentó su inversión internacional (aunque siempre más pequeña a la realizada en Brasil) y la concentró en la región, al tiempo que sumaba nuevos segmentos (como la refinación, petroquímica, comercialización de combustibles, generación eléctrica o distribución y transporte de gas natural). El crecimiento fue tan importante que se transformó en la octava transnacional del mundo perteneciente a un país en desarrollo, la tercera de América Latina y la primera de Brasil, con operaciones en los 5 continentes.
De esta manera, las inversiones de Petrobras en el exterior en general, y en América Latina en particular, comenzaron a crecer año a año. Pero a diferencia de las inversiones externas previas en asociaciones y concesiones petroleras (contando en 1997 con operaciones en 9 países entre ellos Argentina, Bolivia, Ecuador, Estados Unidos, Reino Unido y Angola), Petrobras comenzó a adquirir empresas en diferentes sectores de la cadena energética. Así fue como compró activos en distribución de gas natural en Uruguay y Bolivia, o petroquímica en Argentina.
Sin embargo, la posición de Petrobras en Latinoamérica cambió drásticamente entre 1999 y 2002, transformándose de esta manera en la principal empresa transnacional integrada en la región, superando a Repsol y a las grandes petroleras internacionales.
En Bolivia, Petrobras intervino en la privatización de las dos refinerías bolivianas, la red de poliductos y de distribución. Además adquirió participación en los megayacimientos de San Alberto y San Antonio, siendo operador en ambos casos. Estos yacimientos son los que extraen la mayor parte del gas natural que se exporta a Brasil (4).
En el año 2000, Petrobras realiza su entrada como agente importante en el mercado argentino. Mediante un intercambio de activos con Repsol (que debía disminuir su participación en el mercado para recibir la autorización de comprar YPF S.A.), adquirió la red de estaciones de servicio EG3 (700 estaciones) y una refinería en Bahía Blanca a cambio del 10% del yacimiento brasilero de Albacorta Leste, el 30% de una refinería y 250 estaciones de servicio en Brasil. De esta manera, Petrobras obtuvo el 12% del mercado argentino de naftas.
Finalmente en el año 2002, consolida su posición internacional al comprar el 59% de Pecom Energía del conglomerado Pérez Companc(5). Pecom era, a esa altura, la principal empresa independiente de Latinoamérica con actividades tanto en hidrocarburos como en transporte y distribución de gas y generación de electricidad. Pérez Companc había utilizado las privatizaciones para adquirir a precios irrisorios los activos estatales, como el resto de la ´patria contratista´, en tanto socio de compañías extranjeras y bancos internacionales. A diferencia de otras, no solo conservó esta posición sino que participó activamente en las privatizaciones de los países latinoamericanos. Así es como, por ejemplo, fue parte de la 'capitalización' de YPFB boliviana.
La capitalización fue el modelo elegido para entregar a manos privadas, sin costo alguno, los activos de la petrolera estatal boliviana divididos en dos empresas (Andina y Chaco). La ley de capitalización ordenó valuar estas dos empresas y entregar el 50% de las acciones a las empresas que comprometan inversiones por igual monto. El restante 50% pasó a manos de las administradoras de fondo de jubilación (manejadas por bancos internacionales).
Con esta compra Petrobras se transformó en una gran participante en todos los sectores del mercado energético argentino: es 3º petrolera por reservas de petróleo y gas, tiene el 25% del mercado de naftas (con 2 refinerías y el 50% de otra), es una de las principales petroquímicas, tiene el 6,5% de la generación eléctrica por la central Genelba y las hidroeléctricas Piedra del Aguila y Pichi Picún Leufú, el 25% del transporte de electricidad (que vendió este año a Enarsa) y una importante participación en TGS (Transportadora Gas del Sur) y en la distribuidora Edesur.
En el año 2005, Petrobras compró parte de lo activos de la anglo-holandesa Royal Dutch Shell (que se retiró de gran parte de Latinoamérica). Gracias a esto, la brasilera obtuvo operaciones en Colombia, Paraguay y Uruguay. Recientemente, se quiso hacer con los activos de Repsol en Chile y es una de las más firmes oferentes para la red de comercialización de Esso en Argentina.
En el 2007 Petrobras firmó con Repsol y la estatal Enarsa la concesión de dos áreas de exploración offshore (ENARSA 1 y ENARSA 2) en el mar argentino, manteniendo el 30% de la primera y el 35% de la restante (siendo además el operador). A diferencia de las concesiones en suelo brasilero, estos contratos se firmaron sin licitación alguna y la estatal argentina mantiene la minoría accionaria en ambos (6). Además, Petrobras ganó una licitación para los yacimientos gasíferos de Glencross y Estancia Chiripa en la provincia de Santa Cruz.
Sin embargo, según el plan de inversiones de los próximos años, América Latina no es la principal receptora de capital ya que será superada por las mismas que se concentrarán en Estados Unidos.
Como se observará, Petrobras ha llevado adelante una verdadera estrategia de internacionalización de sus negocios. Pero esta estrategia se realizó sin descuidar su mercado interno y su objetivo del autoabastecimiento. Así es como a pesar de su gran expansión internacional, las inversiones fuera de Brasil apenas superan el 20% del total de las inversiones de la empresa. Si bien existieron adquisiciones en casi todo el mundo (sobresalen la compra de una refinería en Japón a Exxon y del 50% de otra en Pasadena, Texas y operaciones de extracción en Africa Occidental), sus operaciones se centraron en diversificar sus activos en toda América Latina. Cuando se observa su comportamiento en cada una de esas empresas, su actuación no dista mucho del resto de las transnacionales que funcionan en cada país (7).
Por ejemplo, Petrobras Energía S.A. (su subsidiaria que agrupa las operaciones en Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela) acumuló un aumento de su utilidad entre 2003 y 2006 del 265%. En el mismo período, Petrobras apenas aumentó su ganancia un 45%, a pesar de haber ampliado su valor de mercado un 164% en el mismo período. Sin embargo, en Argentina, de donde Petrobras Energía extrae el 60% del petróleo y el 83% del gas, las reservas de petróleo cayeron un 30% desde 2003 a 2006. En este período, según datos de la Secretaría de Energía, la empresa realizó 256 pozos de explotación para aumentar la extracción de las reservas existentes, mientras que perforó apenas 5 pozos de exploración para buscar nuevas reservas. Es decir, a pesar de lograr gran aumento de sus utilidades, Petrobras no realizó inversiones de riesgo para garantizar el abastecimiento futuro sino que se limitó a aumentar la extracción de las reservas que habían sido descubiertas por YPF. Todo esto considerando que es la extracción de petróleo y gas lo que genera las ganancias de la empresa (que compensa las pérdidas de otras áreas).
En Ecuador, además de adeudar impuestos por casi 100 millones de dólares, Petrobras fue la principal empresa en oponerse a la decisión del gobierno de aumentar la participación estatal en las ganancias extraordinarias de las petroleras. Hasta intervino en el caso el canciller brasilero, Celso Amorim, para comunicar la 'preocupación del presidente Lula Da Silva'. Una acción como ésta no fue realizada por las petroleras norteamericanas, francesas, españolas y chinas que operan en Ecuador.
Es en Bolivia donde pueden encontrarse diferencias en el comportamiento de Petrobras con respecto al resto de las petroleras que operan en el país. No porque en este país la estatal brasilera privilegie la integración sino que sus operaciones están dirigidas a asegurar gas natural al mercado interno brasilero. Más allá de la compra de las dos refinerías bolivianas (que fueron recompradas por YPFB a valores mucho mayores a los abonados por Petrobras, por lo que ésta obtuvo cuantiosas ganancias), todos sus activos están orientados al mercado brasilero. Si bien no tiene mayoría accionaria de las reservas, conserva el control operacional de los megayacimientos que garantizan la exportación así como también participa de la propiedad de los gasoductos internacionales que unen Bolivia y Brasil. Tal es así que Petrobras se mantuvo ajeno a los planes de buscar mercado a las reservas bolivianas en Norteamérica. A pesar de que los proyectos de exportación de GNL (gas natural licuado) vía Chile o Perú (con sinergias con sus operaciones en dicho país) quizás hubieran significado mayores ganancias, Petrobras privilegió el abastecimiento del mercado brasilero por sobre la rentabilidad. Luego del decreto de nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, Petrobras amenazó con no realizar nuevas inversiones, revirtiendo su posición por gestión personal del presidente Da Silva. Sin embargo, en varias oportunidades la empresa ha planteado que el objetivo de sus inversiones es abastecer con gas a Brasil.
Venezuela: El gigante petrolero en busca de mercados
La historia petrolera moderna de Venezuela se remonta a 1912(8), fecha en que fue perforado el primer pozo y desde un comienzo se convirtió en una potencia mundial. Para 1928 Venezuela era el primer exportador de petróleo del mundo, desplazando a México y el segundo extractor después de Estados Unidos. Recién fue superado como mayor exportador en 1970 por Arabia Saudita, Irán e Irak, manteniéndose como uno de los mayores comercializadores del mundo (8º en el mundo con el 4% de la extracción mundial) y miembro fundador de la OPEP. Es, por lejos, la mayor potencia energética de Latinoamérica. Además, es el país que más depende de la industria petrolera de la región (representa cerca del 75% de las exportaciones y 50% de los ingresos fiscales).
Desde el principio, la industria petrolera estaba en manos extranjeras (mayormente norteamericanas) y el Estado obtenía una limitada porción de la renta. La primera gran reforma fue en 1943, fecha en que se sanciona la Ley de Hidrocarburos donde se otorga más poder al gobierno y un reparto de las ganancias del 50:50. En 1975 el petróleo venezolano fue nacionalizado, en el marco de la nacionalización de las reservas petroleras que realizaron los países de la OPEP en la década del 70. El 1º de enero de 1976 fue creada Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) como empresa comercial con el Estado como único accionista, para operar el monopolio petrolero. PDVSA exporta la mayor parte del petróleo extraído, refinando una parte y exportando los subproductos. El consumo interno representa una parte muy menor de las operaciones de la estatal y del que casi no obtiene ganancias, vendiendo las naftas internamente a precios de costo.
PDVSA no fue una 'clásica' empresa estatal ya que en varias oportunidades mostró cierto grado de autonomía en sus decisiones, con problemas de coordinación con el gobierno venezolano. Por ejemplo, durante la década del 80, la petrolera decidió no mantener reservas líquidas y gastar todo el dinero disponible para evitar ganancias que serían 'apropiadas' y 'despilfarradas' por el gobierno. En ese plan se puede comprender la primera internacionalización de PDVSA con la compra del 50% de la refinería alemana Veba Oel. En parte esta 'autonomía relativa' se explica porque la línea jerárquica de PDVSA se mantuvo luego de la nacionalización (con la cual nunca estuvo de acuerdo)(9).
En 1989, luego de la crisis de la deuda que sufrió Venezuela, el presidente Andrés Pérez firmó con el FMI y el Banco Mundial la primera tanda de 'ajustes', al igual que el resto de los países de la región. PDVSA fue uno de los primeros objetivos de las reformas neoliberales. Como mejor ejemplo de esto, no hace falta más que remarcar que al frente de la petrolera estatal fue puesto un empresario y ex senador ampliamente contrario a la administración estatal de los recursos. Según el presidente de PDVSA, Venezuela debía abandonar la OPEP y unirse a la AIE (agencia energética de los países desarrollados importadores de energía)(10).
A partir de 1990, se rompe el monopolio estatal mediante una ´nueva interpretación´ de la Ley de Nacionalización, permitiendo a PDVSA formar asociaciones con empresas privadas. De esta manera se firmaron hasta el año 2000, treinta y seis 'Convenios de Servicios Operativos' en campos en explotación con una extracción de 500 mil barriles por día (un 17% de la extracción total). A medida que avanzó la década, los convenios resultaron meras concesiones con derecho a comercializar el crudo, aun cuando seguían figurando como convenios operativos. Se crearon además Asociaciones Estratégicas para la explotación en la Franja de Orinoco (extrayendo un 14% del total) y contratos de exploración de nuevas reservas. De esta manera se logró disminuir el poder de decisión estatal en la industria petrolera, permitiendo el ingreso de empresas extranjeras y bajando a su vez la participación estatal en la renta petrolera. Nuevamente es importante recalcar el papel de parte de la alta dirigencia de PDVSA como propulsora de las reformas pro-petroleras extranjeras. Sin ir más lejos, Luis Giusti presidente de PDVSA durante 1994-1999, actualmente es director de Shell y asesor energético de George W. Bush.
Sin embargo, a partir del año 2002 esta política de privatización indirecta de PDVSA empezó a revertirse. En enero de 2002 entró en vigencia la Ley Orgánica de Hidrocarburos. Esta ley presenta un retroceso de las medidas neoliberales implementadas desde 1989, ya que exige que en todas las actividades primarias del sector petrolero, la estatal PDVSA cuente con el control operativo y la mayoría accionaria. De un máximo del 35% en las asociaciones y convenios operativos, PDVSA deberá poseer, por lo menos, el 51% de las empresas mixtas que operan en suelo venezolano. Se cambia además la conformación de la recaudación petrolera, aumentando las regalías y bajando los impuestos sobre las ganancias, por lo que se restringen las posibilidades de evadir o eludir impuestos mediante 'contabilidad creativa' (tanto para las petroleras privadas como para PDVSA). No se reniega de la inversión extranjera, pero se la ubica en un lugar complementario a la inversión estatal, siendo PDVSA quien toma las decisiones.
En el año 2005 se declararon ilegales los 32 convenios operativos, migrándolos a empresas mixtas con mayoría de PDVSA. Lo mismo se realizó en el 2006 con las asociaciones estratégicas de la Faja del Orinoco. En ambos casos, la mayor parte de las petroleras internacionales aceptaron la transformación y las condiciones de PDVSA. Sólo la italiana Eni, la francesa Total y las norteamericanas Conocco y Exxon Mobil rechazaron esta migración (las primeras de convenios operativos y las restantes de asociaciones estratégicas) por lo que PDVSA debió indemnizarlas y tomar el 100% de las actividades.
Estas reformas no fueron ´fáciles´ en absoluto sino que debieron afrontar grandes rechazos y confrontaciones políticas. En el año 2002, el gobierno de Chávez decidió realizar un cambio en la cúpula de PDVSA para garantizar que la empresa responda a los intereses del gobierno nacional, que como se ha mencionado no siempre ocurría. El 11 de abril de ese año, en el marco de una serie de paros nacionales en rechazo a los cambios en PDVSA, Venezuela vivió un golpe cívico-militar que destituyó a Chávez y fue rápidamente respaldado por Estados Unidos y España. El gobierno de facto anuló la Ley Orgánica de Hidrocarburos y nombró al frente de PDVSA al antiguo gerente, removido de su cargo por oponerse a dicha ley del gobierno venezolano. Finalmente, gracias al fuerte reclamo popular y la presión internacional, el 14 de abril Chávez fue liberado y repuesto como presidente de Venezuela.
En diciembre de 2002, la lucha por el control de PDVSA entre el gobierno y la gerencia de la empresa llegó a su punto culmine con la paralización casi total de las operaciones por casi tres meses. Más que un paro, se trató de un lock-out patronal (o Sabotaje Petrolero, como se lo llamó en Venezuela). La recuperación del 'estado de emergencia' recién fue declarada el 31 de marzo de 2003, con la renuncia o expulsión de gran parte de los empleados, incluyendo a casi la totalidad de los mandos gerenciales. Sin embargo, PDVSA debió pasar mucho tiempo antes de poder recuperarse realmente del duro golpe recibido (y serán necesarias décadas en el caso del capital humano en las gerencias profesionales). Dada la dependencia de la economía venezolana al petróleo, este paro petrolero generó una pérdida del PBI del 15,8 % durante el cuarto trimestre de 2002, y de 24,9%, durante el primer trimestre de 2003(11).
La 'nueva PDVSA' conjuntamente con sus subsidiarias, además de reportar directamente al gobierno, mantiene un importante rol social, tal como indica la propia Ley Orgánica de Hidrocarburos de 2002. Según lo informado por PDVSA, la empresa ha aportado al desarrollo social de Venezuela más de 7.200 millones de dólares en salud, educación, transporte público, vivienda e infraestructura. Las principales herramientas fueron el Fondo para el Desarrollo Económico y Social del País (Fondespa), y las 'misiones sociales' que incluyen planes de alfabetización, de educación superior, alimentación, desarrollo de minería y tecnología, entre otros.
De la transnacionalización por mercados a la integración regional
Para explicar algunas decisiones de PDVSA, son necesarias ciertas consideraciones sobre las características del crudo venezolano. El petróleo no es una sustancia homogénea sino que se trata de una ´solución de hidrocarburos´ con diferentes propiedades. El petróleo de Venezuela es ´pesado´ por su elevado grado de viscosidad y alto contenido de azufre. Esto provoca que para su eficiente destilación sean necesarias inversiones específicas y mayores costos que en el caso de los petróleos más ´livianos´ y con bajo azufre (o ´dulces´), como los de Arabia Saudita o el Golfo Pérsico. Esos mayores costos son la razón por la cual el petróleo venezolano tiene un precio menor al WTI de Estados Unidos o al petróleo de Arabia Saudita. La diferencia de precios y costos se hace más evidente con los volúmenes de petróleo ´extra-pesado´ extraídos de la Franja del Orinoco (donde Venezuela espera certificar las mayores reservas petrolíferas del mundo).
Por tanto, las refinadoras que quieren operar con crudo venezolano tienden a necesitar contratos de largo plazo para garantizarse un abastecimiento que permita amortizar las inversiones necesarias para la destilación eficiente de crudo pesado. Asimismo, PDVSA realiza la mayor parte de sus operaciones de venta por contrato y no acude al mercado ´spot´ (es decir de corto plazo) ya que no todas las refinerías están preparadas para recibir su crudo.
Con reservas abundantes y dificultades para la realización del crudo extraído, PDVSA optó desde la década del 80 llevar adelante una estrategia de extranjerización en busca de mercados, además de aumentar fuertemente la capacidad interna de refinamiento para superar las restricciones del crudo venezolano mediante la exportación de subproductos.
De esta manera, en 1986, PDVSA compra el 50% de la norteamericana CITGO. En 1990, realiza la compra del resto, siendo desde entonces el único propietario de la petrolera. Por intermedio de CITGO, PDVSA opera en Estados Unidos 8 refinerías y 13.500 estaciones de servicio, lo que representa el 10% del enorme mercado norteamericano de combustibles y es el mayor proveedor de la petroquímica. CITGO además de garantizar el acceso al mercado norteamericano, genera cuantiosas ganancias al participar en el rentable negocio de la refinación (en el 2006 repartió dividendos a PDVSA por 870 millones de dólares más 1.400 millones por la venta de una refinería).
Gracias a las inversiones en busca de mercados seguros para colocar su crudo, PDVSA actualmente tiene apenas el 45% de su capacidad de refinación en Venezuela, estando la mayor en el exterior. Además de Estados Unidos (que representa el 25% de su capacidad de refinación) la estatal venezolana opera en el Caribe (20% de la capacidad de refinación) en Islas Vírgenes y Antillas Holandesas con destino al mercado norteamericano. Dentro de Europa, tiene el 50% de Ruhr Oel en Alemania, en sociedad con la BP, con 4 refinerías (10% de su capacidad de refinación). Sin embargo, las refinerías europeas no reciben crudo venezolano sino ruso, por menores costos.
La inversión de PDVSA hacia los países desarrollados fue, según la CEPAL, de 6.500 millones de dólares entre 1983 y 2002, transformándose en uno de los mayores flujos internacionales de capital en dirección sur-norte (12).
En América Latina, la presencia de PDVSA es totalmente distinta. Hasta la llegada a la presidencia de Hugo Chávez, Latinoamérica no figuraba como uno de los objetivos de la petrolera que había centralizado sus operaciones en los países desarrollados (principalmente en Estados Unidos). Luego del año 2000, PDVSA se transformó en parte importante de los planes de integración energética de la región, comandados por el gobierno venezolano. Así es como se planteó la creación de 4 empresas regionales para promover la integración en América Latina: Petrocaribe, Petroandina, Petrosur y Petroamérica como proyecto unificador de las otras tres en el marco del ALBA. Lo mismo puede decirse del Gasoducto del Sur que uniría Venezuela, Brasil y Argentina. Sin embargo, por diversos problemas de orden más político que técnico, la única de estas iniciativas regionales que tiene una existencia real, más allá de declaraciones firmadas, es Petrocaribe. Esta experiencia puede ejemplificar los objetivos de integración de PDVSA para con el resto de Latinoamérica.
Petrocaribe es, según la propia PDVSA, 'un Acuerdo de Cooperación Energética con el fin de resolver las asimetrías en el acceso a los recursos energéticos, por la vía de un nuevo esquema de intercambio favorable, equitativo y justo entre los países de la región caribeña' (13). Creada en 2005, actualmente la forman 16 países del Caribe que dependen del petróleo importado y, por su pequeño tamaño, no representan un mercado para la producción venezolana. Uno de los objetivos del acuerdo es permitir el acceso del petróleo venezolano directamente a estos países sin la intermediación de petroleras internacionales (lo que genera un ahorro en divisas importante). De acuerdo a las necesidades energéticas, PDVSA se compromete a entregar un monto fijo a cada país. Además, se brindan grandes beneficios financieros sobre el importe de la deuda petrolera (financiando a largo plazo desde el 5% al 50% de la factura con un interés del 1%), permitiéndoles a los países el pago del petróleo con bienes y servicios.
Mientras Petroamérica termina de tomar forma, PDVSA cuenta con operaciones en diversos países de Latinoamérica, manteniendo como base el abastecimiento del mercado interno. Así es como PDVSA firmó acuerdos con Paraguay, Uruguay y Cuba que incluyen la reforma de las antiguas refinerías de las petroleras estatales (Villa Elisa, La Teja y Cienfuegos, respectivamente) para permitirles la destilación de petróleo pesado, garantizando el abastecimiento futuro con producción venezolana. Mientras tanto, se venden subproductos a un menor precio.
En Argentina, el gobierno venezolano y PDVSA tienen varios acuerdos firmados (fundamentalmente con la estatal Enarsa) que incluyeron la construcción de barcos petroleros, el fomento de exportaciones argentinas (maquinaria agrícola, alimentos, etc.), el abastecimiento de fuel-oil venezolano, el intercambio de tecnología en GNC (para incentivar el reemplazo de nafta por gas natural vehicular) y el proyecto conjunto de ingresar en el mercado de distribución argentino. Asimismo, Enarsa opera como socia de la venezolana en la exploración del bloque Ayacucho 6 de la Franja del Orinoco. Actualmente, PDVSA controla la Petrolera del Cono Sur (en sociedad con la uruguaya ANCAP) que cuenta con el 2% del mercado de distribución de naftas y apenas existen 2 estaciones de servicio con bandera 'Enarsa/PDVSA'.
En Brasil, luego de una serie de complicaciones políticas, se está construyendo una refinería en sociedad con Petrobras. La nueva destilería, ubicada en Pernambuco en el nordeste brasilero, estará preparada para destilar crudo pesado y recibirá por lo menos el 50% de sus necesidades de petróleo venezolano. A cambio, Petrobras participa en la Franja del Orinoco(14). En Bolivia, además de brindar asesoramiento técnico a la nueva YPFB y comprometer el envío de crudo y diesel, se creó una empresa mixta entre la estatal boliviana y la venezolana para la búsqueda de reservas en suelo boliviano.
Como se observa, PDVSA carece de una estrategia de transnacionalización hacia América Latina ya que sus activos externos se encuentran ubicados en los países desarrollados (principalmente Estados Unidos). Como se mencionó, al contar con grandes reservas de petróleo pesado, la empresa debió garantizar la demanda para su producción. Si bien en los últimos años las filiales externas reportan dividendos a su casa matriz, anteriormente PDVSA no recibió ganancia alguna de estas operaciones. El objetivo primordial era la entrada directa al mercado norteamericano para colocar el crudo extraído.
En vez de realizar inversiones comprando empresas (toda la inversión contabilizada por PDVSA en Latinoamérica se trata de los montos financiados de la factura petrolera), Venezuela ha apostado a la integración energética para ingresar en el mercado latinoamericano. Mediante acuerdos entre gobiernos y otorgando facilidades, Venezuela ha logrado encontrar mercado a la producción de PDVSA como parte de su política exterior. Esto sólo pudo ser posible luego de la alineación de la conducción de la empresa estatal con los objetivos del gobierno venezolano. Si bien en la actualidad los volúmenes involucrados en este comercio entre petroleras estatales es bajo con respecto a la extracción de PDVSA, la intención de la empresa es aumentar estos intercambios. Hace falta mucho camino para que Latinoamérica reemplace a Estados Unidos como principal mercado del petróleo venezolano.
Es claro que en las iniciativas como Petrocaribe o los acuerdos con Uruguay y Argentina (que permiten el ingreso de Enarsa y ANCAP a las reservas venezolanas, sin ninguna necesidad ni económica ni financiera) no buscan maximizar la rentabilidad de la empresa. Esto no significa que Venezuela no recibe nada, sino que la contrapartida no se traduce en ganancias de PDVSA, como la tecnología de gas natural vehicular o los médicos que envía Cuba para mejorar la atención sanitaria. Paralelamente, la petrolera obtiene mercados a largo plazo, lo que le permite bajar la dependencia de la demanda norteamericana y la adopción de gas natural vehicular permitirá aumentar las rentables exportaciones de naftas.
Conclusiones
En este trabajo se describió rápidamente la historia y actualidad de las dos mayores petroleras estatales latinoamericanas y su relación con el resto de la región. Se descubre que, si bien ambas experimentan una estrategia de transnacionalización (sobre todo después de la década de los 80), los objetivos son totalmente distintos. En una primera etapa, mientras que PDVSA sale a garantizarse mercados para su petróleo pesado en los países centrales, Petrobras busca reservas en países petroleros tradicionales y en Latinoamérica, para abastecer a su deficitario mercado interno. Luego, a partir del cambio de siglo, Venezuela comienza a retirar fondos de los países centrales para su desarrollo interno al tiempo que apuesta al diálogo entre gobiernos para avanzar en la integración energética y conseguir mercados para PDVSA como parte de su política exterior. Petrobras, en cambio, realiza una integración vertical de sus operaciones internacionales mediante compras de empresas energéticas latinoamericanas en sectores tan diversos como la generación eléctrica, la petroquímica y la distribución de domiciliaria de gas y electricidad al tiempo que aumenta su posición en el mercado de naftas. Sin desestimar su inversión interna (que le permitió encontrar grandes reservas y lograr el autoabastecimiento en 2006), Petrobras se transformó en poco tiempo en una empresa transnacional integrada altamente rentable, cuyo accionar difícilmente se diferencie del resto de las petroleras internacionales.
Estas diferentes estrategias no son casuales, sino que dependen de diferencias estructurales, históricas, económicas y políticas. Mientras que Brasil es la gran potencia industrial de Latinoamérica, donde el petróleo es sólo un insumo estratégico, en Venezuela la economía entera depende de la industria petrolera. Además, la voluntad política del gobierno de Chávez es avanzar en procesos de integración como el ingreso de Venezuela al MERCOSUR y la creación del ALBA.
Esta política de integración trae aparejada una serie de problemas. PDVSA realiza acuerdos sólo con petroleras estatales pero en la región, la mayor parte de los países carecen de una petrolera fuerte. Argentina no es dueña de YPF (Enarsa carece de existencia real) y Bolivia recién está en vías de recuperar YPFB. Por tanto, Petrobras es vital para las intenciones de integración energética de Venezuela. Sin embargo, este tipo de acuerdos no es el principal objetivo de la brasilera que, fronteras afuera de su país, se comporta como las mismas empresas internacionales que esta integración busca desplazar.
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6/18/2008
DEFENDER A PEMEX CONTRA LA OLA PRIVATIZADORA EN AL II
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