7/07/2008

DICTADURAS FASCISTAS LATINOAMERICANAS ENGENDROS DE LA IGNORANCIA Y EL ATRASO

El fascismo rústico
Por: Jorge Gómez Barata

En un debate acerca de si el fascismo era o no repetible sostuve que no, aunque admití que podían surgir otras corrientes reaccionarias. Entonces acoté que ello ocurriría únicamente si, como sucedió en la década del treinta en Europa, tales aberraciones ideológicas fueran adoptadas por grandes potencias. Me equivoque, el atraso y la ignorancia pueden engendrar un fascismo rústico.

En América Latina tal engendro resulta del trasvase del poder de las metrópolis coloniales a las oligarquías criollas, fenómeno que consagró las deformaciones estructurales ligadas al régimen de tenencia y explotación de la tierra y del modelo agroexportador que, en conjunto, dieron lugar a un modo de producción arcaico e ineficaz, conocido como subdesarrollo.

Para la opinión pública internacional, manipulada por las transnacionales de la información, las actuales tensiones políticas en Bolivia, son parte de las pugnas por el poder que caracterizan la historia latinoamericana. Esta vez no es así. Se trata de un proyecto reaccionario que, con un enfoque racista y oportunista, cuestiona medio milenio de historia e intenta deshacer lo hecho, no para rectificar y mejorar, sino para hacer: “Borrón y cuenta nueva”.

No se trata ahora de la critica de los liberales, los nacionalistas y los socialistas que desde hace siglo y medio denuncian el carácter injusto, arbitrario y arcaico del sistema político encabezado por las oligarquías nativas, sino de un enfoque ideológico que cuestiona el derecho a la igualdad e incluso a la existencia de los pueblos originarios sobrevivientes. La idea de que Bolivia es un Estado inviable que no tiene derecho a existir es fascista y primitiva.

Los primeros gobiernos de la oligarquía latinoamericana estuvieron formados por criollos sobrevivientes de las luchas por la independencia, en las que adquirieron formación militar y dotes para el mando, aunque no experiencia política, educación republicana ni habilidades diplomáticas. Los primeros gobernantes, que recibieron las republicas como un botín, no aprendieron a lidiar con la oposición ni trabajar con ella en el diseño de políticas, opciones y modelos apropiados a nuestras realidades. Para aquellos caudillos la tolerancia era un defecto.

Dado su origen, la coyuntura y su formación, no resulta extraño que los líderes de nuestras primeras republicas sucumbieran a la tentación de abusar del poder, a los efectos corruptores del dinero, a la influencia del capital externo, a los empréstitos, las dadivas y las manipulaciones de las potencias para enfrentarlos unos a otros. Sin instituciones apropiadas, aliados honestos ni consejos de buena fe, optaron por las prácticas autoritarias, la violencia y la represión política.

Para los dictadores latinoamericanos de primera generación: de Santa Ana a Strossner, los críticos eran opositores y los opositores enemigos, no sólo del Estado y de la Patria, sino también de la familia y de Dios. Naturalmente, hubo excepciones y matices: déspotas ilustrados, genuinos populistas que apostaron por una especie de autoritarismo compasivo, llamado también paternalismo y no faltaron los demagogos.

En aquellos procesos que no fueron simples ni lineales, en todas las épocas y países, del seno de la intelectualidad liberal, la juventud ilustrada, los claustros académicos, los liderazgos obreros, incluso desde la oficialidad joven y el clero de base, se gestaron y florecieron ideas patrióticas, se preservó el pensamiento de los próceres y se acogieron las ideas más avanzadas, entre ellas el liberalismo, el marxismo y la socialdemocracia.

Como parte de aquella confusa historia, todavía presente en ciertos países, en la excepcional coyuntura histórica en que confluyeron el derrumbe del sistema colonial, el triunfo de la Revolución Cubana, la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos y la insurgencia latinoamericana, con la asesoría y bajo la influencia ideológica del imperialismo, en los grandes países de Sudamérica que habían librado frecuentes guerras y en los que se incubaron fuertes tendencias militaristas como Chile, Argentina, Brasil y Uruguay, surgió una segunda generación de dictadores.

Las dictaduras de segunda generación se diferenciaban de las primeras, no por su salvajismo y criminalidad, sino por la perspectiva ideológica y la justificación doctrinaria que dieron a sus actos, fundados ahora en criterios geopolíticos, doctrinas de seguridad nacional, fronteras ideológicas y sobre todo, un anticomunismo visceral y un odio infinito a la Revolución Cubana, argumentos con los que justificaban sus acciones concertadas y sus modos primitivos y salvajes de ejercer el poder político que, de hecho, constituían un fascismo rustico.

Las dictaduras del cono sur convirtieron la represión en razón de Estado y estilo de gobierno, se colocaron por encima de la sociedad y de la ley y, para evadir todo escrutinio, introdujeron la figura de los desaparecidos. No se trataba de confrontar la oposición, sino de erradicarla. En algo más de dos décadas, bajo las dictaduras, Sudamérica perdió a toda una generación de luchadores y reformadores sociales.

A la suma bicentenaria de represión, prisiones, torturas, asesinatos y exilios, se suma ahora el racismo y la xenofobia que. Lo que ocurre hoy en Bolivia es una continuación de las peores tendencias del fascismo criollo, que recién acaba de descubrir que no vale la pena perder el tiempo tratando de enmendar la historia ni cambiar realidades, sino que es preferible comenzar desde cero, pero esta vez sin indios ni negros. Los pies de cría son los retoños de la oligarquía y los infaltables europeos y gringos.

El fascismo de ahora
Por: Jorge Gómez Barata

El fascismo no es una ideología sino una degeneración ideológica, sostenida no por una clase social sino mediante alianzas entre fuerzas que operan en los márgenes del sistema y que, lejos de ser portadoras de propuestas democráticas, aspiran a instalar su dictadura. El fascismo es tan refractario y hostil al marxismo como al liberalismo, incluso al cristianismo. El fascismo es sólo eso.

Sostener que Bolivia es “un país inviable” califica como el exabrupto más reaccionario del pensamiento político latinoamericano. Un absurdo históricamente insostenible porque alude a exitosas civilizaciones precolombinas, una expresión de la incapacidad de los operadores del sistema político para encontrar modelos de desarrollo que den respuesta a las realidades presentes.

Semejante bazofia, formada por una mezcla de geopolítica fascista con sociología al estilo nazi y oportunismo de la peor factura, propone que la indiada, es decir los pueblos originarios, no tienen derecho a existir ni a convivir con la civilización y deben ser excluidos.

Esas ideas que, desde hace algunos años circulan en Sudamérica, si bien son repudiadas, también son acogidas en calidad de respetables experticias por diarios y revistas que, además de a Bolivia, incluyen a Perú y Guatemala, países con fuerte presencia indígena a los que consideran: “Espacios geográficos…en los que se han formado conglomerados localistas, recelosos y resistentes a la integración con las culturas occidental…”El postulado admite que se trata de países y de repúblicas, “aunque no de naciones”.

“... ¿Qué opción de desarrollo tienen los 10 millones de habitantes de los Andes sobre los 3,500 metros de altitud? -Se pregunta uno de los ponentes de semejantes tesis -El mismo responde: “Muy pocas. En la Era Postindustrial o del Conocimiento, la razón, el juicio crítico, el debate y la proclividad al cambio no son precisamente atributos de los cuales se hayan nutrido los pueblos originarios, educados para obedecer, no para pensar...”

Hay todavía mentalidades más retrógradas que por razones más o menos parecidas y por la fatalista creencia de que las deformaciones estructurales gestadas en más de 500 años de ocupación y saqueo se han enquistado de tal modo que resultan inamovibles, hacen extensivo semejante criterio a más de 100 países subdesarrollados. Según este punto de vista, la aspiración al desarrollo es una esquiva e inalcanzable quimera.

En una repugnante analogía, hay autores que se refieren a estos países como entidades que saltaron edades, comparándolas con la inexistente e imposible condición de seres humanos que hubieran pasado de la niñez a la decrepitud, para los cuales no existen opciones. Semejante punto de vista no escatima los meritos de las culturas originales de América y Africa, aunque asume que el azar les hizo perder sus oportunidades. En la historia natural, a una especie sin capacidad de evolucionar y adaptarse, le espera únicamente la muerte. Así de sencillo.

Esta lógica se afirma en el hecho de que en 500 años ningún país de Iberoamerica, ni siquiera los súper dotados como Brasil, México y Argentina lograron salir del subdesarrollo y que tampoco lo lograron India y China. En cualquier caso se estima que estas naciones jamás podrán alcanzar los niveles de consumo logrados por los países desarrollados.

Según se afirma, los países tercermundistas, incapaces de detener el crecimiento de la población, al intentar avanzar hacia la intensidad tecnológica, tampoco pueden generar empleos en cantidades suficientes. La opción de que con altos niveles de productividad, una parte de la sociedad produzca bienes materiales para el resto, les parece impracticable porque se trata de unos 5000 millones de personas.

Lo que estos “pensadores” y los políticos reaccionarios que asumen como validas sus degeneradas elucubraciones, no pueden evitar es que, a pesar de la ignorancia y la exclusión, la pobreza y la marginación, como por ósmosis, esos pueblos absorban elementos de la cultura, se desarrollen políticamente, destaquen a sus lideres y se rebelen, volviéndose ingobernables, tal como ocurre en la Bolivia preterida.

El peligro, de un racismo inverso, idea echada a rodar por los mismos que sostienen tales preceptos y la advertencia de que los pueblos originarios traman una venganza étnica que consumarían cuando tomaran el poder y en Africa y América Latina reconstruyeran los imperios precolombinos, forman parte del mismo paquete ideológico y, más que infantil, es criminal.

Todavía la izquierda latinoamericana tradicional que no logra desprenderse de las prótesis ideológicas suministradas por el occidente desarrollado, no ha adquirido conciencia del alcance del desafío y suele asumir el fascismo como una referencia histórica relacionada con Hitler, los judíos y el holocausto, exactamente como algo que les ocurrió a otros hace mucho tiempo y que por demencial, jamás volverá a ocurrir. Estamos advertidos.

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