7/22/2008

TRATAMIENTOS FISCALES ESPECIALES PARA 39 FAMILIAS

Los dueños de México

Por: Eduardo Ibarra Aguirre

En el régimen fiscal que algunos llaman de alquimia, se observa con excesiva nitidez el predominio apabullante de 39 familias y sus corporativos empresariales que a través de “tratamientos fiscales especiales”, como la “consolidación tributaria” y la “depreciación acelerada de activos”, hizo posible que les fueran devueltos 680 mil millones de pesos durante el gobierno de Vicente Fox Quesada.

La cifra, por supuesto que no la digo yo, sino el titular de la Auditoría Superior de la Federación y equivale al costo de la construcción de nueve refinerías. Y dijo más Arturo González de Aragón en el penúltimo foro de debate sobre la reforma en boga: Petróleos Mexicanos desempeña una función básica de instrumento recaudatorio del gobierno federal que le succiona 40 centavos de cada peso que obtiene la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. De 1995 a 2004, la carga fiscal para la empresa paraestatal fue de 3.3 billones de pesos.

El silencio de los más dóciles defensores de las iniciativas presidenciales fue elocuente, pese a que son muy dados a descalificar la trayectoria y la persona misma del crítico en cuestión, pero eluden el debate de la sustancia de las propuestas de los opositores.

Además de las gigantescas devoluciones de impuestos de la tan ineficiente como costosísima dependencia que ahora encabeza Agustín Carstens Carstens, ésta succiona ilimitadamente a Pemex para que los dueños de México paguen, como en 2004, sólo 74 pesos de Impuesto Sobre la Renta y 69 de Impuesto al Valor Agregado.

Con diversas trampas fiscales y la asesoría de los más costosos despachos fiscales, Hacienda permitió que 13 grandes empresas, seis bancos y tres grupos aeroportuarios, difirieran el año pasado el pago en promedio de 51 centavos al fisco por cada peso entregado.

El gigantesco hueco fiscal -y presupuestal- de 130 mil millones de pesos sobre un total de 1 billón 600 mil millones de pesos en ventas -creado por Cemex, Telcel, Telmex, Grupo Carso, Kimberly Clark, Coca Cola-Femsa, Bimbo, Grupo México, Wal-Mart, Grupo Saba y Televisa; más BBVA-Bancomer, Banamex y tres grupos aeroportuarios-, se tapa con recursos de la nación, provenientes de los excedentes petroleros que alcanzaron niveles sin paralelo en los últimos años y que fueron devorados por el gasto corriente de un gobierno saturado de ineptos y de corruptos, como fue el de la autodenominada pareja presidencial que dilapidó 720 mil millones de pesos y que algunos dirigentes de la promoción del voto útil dicen, en privado, que aún extrañan.

Estas políticas fiscales no sólo contravienen todo principio de progresividad y equidad tributaria, sino que lo más probable es que no exista en la aldea global país, economía y empresa estatal que las resista.

A lo anterior es preciso añadir la existencia de una elite política forjada y formada en el partido de la victoria cultural, Acción Nacional, emblematizada por Juan Camilo Mouriño Terrazo, que encontró en Pemex su fuente predilecta para el enriquecimiento personal, familiar y de los amigos. No otra cosa reconfirman los 108 contratos firmados hasta febrero pasado por el hermano del secretario de Gobernación, Carlos Mouriño Terrazo con Pemex. Como antes lo hicieron Javier Fox Quesada, Manuel y Jorge Alberto Bribiesca Sahagún.

Lo sorprendente, en todo caso, es que aún exista Pemex como la joya de la corona pese a la explotación depredadora de las reservas de hidrocarburos, la succión gubernamental vía el fisco, la costosa e ineficiente tecnoburocracia petrolera, el derroche de la cúpula sindical jurásica, la corrupción generalizada de la que no se ocupan las propuestas legislativas de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, el saqueo por la casta de contratistas privados y buena parte de los beneficios destinados a cubrir el incumplimiento de las más elementales obligaciones fiscales de los 39 dueños de México.

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