| |
COMENTARIO INAPLAZABLE ENTRE SALVADOREÑOS
Por José Mario Zavaleta
Publicación original en http://moncadalectores.
El Salvador acaba de dar una muestra ejemplar al mundo de lo que se puede lograr con la unidad y la tesonera lucha de su pueblo; y así ha sido, al menos por su mayoría que logró vencer al terror mediático y a la estructura electoral de un partido enquistado en el poder por casi veinte años. Muchos son los alivios que han aflorado, de la población en general que ha sufrido el agobio de un régimen al borde de la tiranía gobernando por el interés de unos pocos con todas sus consecuencias; de los empresarios, profesionales y demás sectores productivos que hubieron de sentirse marginados por el empleo patrimonial del estado; también de gobiernos e intereses externos que observaban el hundimiento del país en medio de la corrupción, el crimen organizado y las mafias, al compás de otros que sucumben en manos del narcotráfico que se infiltra en sus instituciones.
En suma, las esperanzas de este pueblo están cifradas en el advenimiento de un gobierno nuevo - que no es cualquiera - encabezado por Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, quienes arropados en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, el próximo uno de junio serán quienes dirigirán a través de políticas también nuevas los pasos para transformar a la Patria en un nuevo El Salvador, donde quepamos todos, y todos tengamos los mismos privilegios y oportunidades.
Los salvadoreños, y quienes desde afuera nos conocen tanto, vemos muy claro que esta experiencia inédita no nos puede hacer comer ansias, y que lo que se desea no se puede lograr de inmediato ni por decreto. Los que alguna vez soñamos la democracia y la justicia social deberemos saber que habrá de construirla de a poco, y que será por medio de la participación y deseo del pueblo cómo se determinará el tipo de sociedad que alguna vez vivamos. Pero mientras se da el segundo gran paso de nuestra historia – luego que la elección fue el primero –, que constituye la toma de posesión e instalación del nuevo gobierno, no es gratuito que emerjan incertidumbres, cuestionamientos y sobresaltos, sobre todo porque aún nos queda por aprender a todos, en especial a los que nos gobiernen, ya que como gobernados tenemos suficientes experiencias.
Un hecho dominante en las conjeturas recae en el famoso pronunciamiento público de Mauricio Funes que, a miles de kilómetros mientras está en Brasil, desautoriza declaraciones de un prominente y querido cuadro de la militancia, diputado de la nación además, y que se justifica por una declaraciones referente a nuestra deuda externa; opinión que para mi entender, no tuvo la sonada relevancia en los medios como sí el anuncio a página completa en al menos dos periódicos del país. Reconozco que el Presidente Electo tiene toda la autoridad para hacerlo, sobre todo cuando aún no se han aclarado esas interrogantes que todos esperamos, precisamente porque ni siquiera ha comenzado a gobernar; pero igual derecho tiene Gerson Martínez, como lo tengo yo, a expresar cualquier idea que esperaría de la futura administración. En el caso mío, sería tan sólo una idea, una aspiración, y ahí quedaría. Pero en el caso del diputado tiene más peso por su mismo cargo, como parlamentario él tiene iniciativa de ley y puede perfectamente lanzarla ante el pleno. En todo caso, si éste hubiera actuado tan sólo como miembro de esta Comisión que el Presidente Funes instaló como preparación a su futuro equipo de gobierno, lo menos que esperaría es que entre ellos hubiera ocurrido lo cotidiano, una llamada telefónica y una retractación elegante de parte del funcionario, según los deseos e indicaciones del futuro mandatario.
Sin embargo pareciera que dos exabruptos han provocado un mal sabor para los más y la sonrisa maliciosa de los pocos que esperan que esto se desmorone, y mejor si es en las primeras de cambio; por ello, es válido invocar que en nuestro caso no se trata de sólo cambiar a un presidente y a un partido en el gobierno. Las pretensiones de todos son muy altas para quedarnos en eso, por lo que una incidencia como esta no debiera repetirse, porque con ello y sus consecuencias sufrimos o sufriríamos tantos, precisamente quienes han sido los principales protagonistas de esta epopeya, los electores, los salvadoreños que alzaron su voz y su frente.
Mantengo mi confianza en la sabiduría que el acervo popular le ha dado a nuestras organizaciones sociales y a los hombres y mujeres que han estado siempre a la par de los intereses del país; y en esta vez, con menor razón, no dudo de la habilidad de los responsables de quitar de en medio los obstáculos que pudieran encontrarse en la marcha por la que el pueblo votó. Cuando digo pueblo por supuesto pienso en todos los sectores, los poderosos y los indefensos, pero por la inducción de valores en los que nos hemos curtido, indudablemente me inclino preferentemente por los pobres, por los olvidados, por los siempre marginados. Ya lo invocó Mauricio Funes en su discurso ante el pueblo al proclamarse electo, al hacer referencia a nuestro Obispo Mártir, Oscar Arnulfo Romero, que seguramente nos acompañaría en esta idea.
Todos hemos de aprender, a gobernar y a ser gobernados, sin miedos ni prejuicios, pero remontando los errores con humildad, los que sólo podrán superarse si se identifican y revierten. Apoyo la intención del futuro Presidente en buscar alianzas con mandatarios de nuestro hemisferio, como Lula, Cristina, Michelle o el mismo Obama; lo que no me parece es que con un aparente afán a no ser mal vistos, evadamos vincularnos al extremo con el resto de mandatarios de nuestra América. Nuestra sociedad ha sufrido una andanada de mensajes que pretenden inducirla a no ver en figuras como Hugo Chávez, Daniel Ortega, Evo Morales y Rafael Correa, no como referentes, sino como tan solo amigos o futuros aliados, han sido eso, unos diablos del eje del mal. Se ha demonizado su ejercicio, y aún se respira en lo que será la oposición esa afrenta al futuro gobierno, que no sería bien visto si se vincula de alguna manera con aquellos.
Partiendo de la premisa que nuestra experiencia es única y que no tiene parangón con ningún país de la tierra, no debe existir ese fantasma de que corremos el riesgo de contagiarnos si coincidimos con ellos. Quienes ahora bendicen y respiran con alivio de que Mauricio es muy amigo de Lula da Silva, olvidan que este tornero hecho presidente es muy amigo y compañero de Fidel Castro, Raúl Castro, Evo Morales, Rafael Correa y por supuesto Hugo Chávez; los visita y pacta con ellos. Hoy más que nunca estamos seguros que en las relaciones internacionales nuestro pueblo ganaría mucho al tener más amigos, de aquí o de más allá del continente. Pero aún persisten esas rémoras provincianas a las que nos han sumido quienes han determinado y quienes han aceptado genuflexos el destino manifiesto, que no debemos ver más de Estados Unidos, Israel y Taiwán, por ejemplo. El mundo pluripolar que hoy emerge consta de al menos ciento noventa y dos estados, y el Pulgarcito de América apenas es un puntito en el globo terráqueo.
Si nos encontramos en el momento actual es porque al fin decidimos volar, y no para volver a la misma rama; pero sin duda, alcanzar otras requerirán de un mayor esfuerzo de todos, y si de cambios se trata no podemos concluir de mejor manera que al recordar que nadie debe hacerse ilusiones de que puede conquistar una sociedad más justa sin luchar por ello, tal como lo ha dicho el CHE; y no porque lo haya expresado él, sino por su contundente verdad. El escribir estas modestas notas, pretende ser parte de esa tarea que nos toca a todos, ¡la lucha continúa!
Ahuachapán, 23 de marzo de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario